Dolores Leis

"No importa cuán lentamente avances mientras no te detengas"

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AÑORANZA

Tenía la tristeza en la mirada. Los ojos anegados en lágrimas no derramadas.

No es pena, decía, tan sólo nadan en el recuerdo del Pacífico.

Nunca pensó que echaría tanto de menos el océano, aún sin probar sus aguas, el frío siempre fue su enemigo, estaba allí, en su retina y al alcance de sus pasos.

Seguir a aquel hombre hasta la ciudad había sido el mayor de los errores. Ahora solo edificios y asfalto. Y la lluvia negra que la envolvía en el invierno sombrío de la añoranza.

La llave giró en la cerradura. Se alejó de la ventana arrastrando los pies.

No es pena, decía esbozando una mueca para imitar una sonrisa.

Las escamas le escocían debajo de la falda.

Dolores Leis Parra

Microrrelato incluido en la Antología «Déjame te cuento» (Pupila Editorial, 2023)

LA HISTORIA INCONCLUSA

Hace mucho tiempo tuvo un canario, era blanco con una pequeña mancha amarilla en las alas, le llamó Gorgorito, nombre infantil, era una niña. Por años alegró sus mañanas. Cuando enfermó, el padre lo llevó a la pajarería, no quería que le viera morir. El pie que sostenía su jaula reposó sin remordimiento en la calle, entre el resto de la basura.

De adolescente fue un pez quien le hizo compañía, era pequeño y naranja al que bautizó con el nombre de Golfo. Habitaba una pecera sobre la mesa del salón. Cada tres días, religiosamente, le cambiaba el agua que previo oxigenaba en la terraza, durante la maniobra Golfo se posaba en su mano confiando de que nunca le haría daño. Ella vivía con el temor de que le pasara algo. Al morir, meses después, no sintió nada cuando su madre le dijo que se había deshecho del cuerpo tirando de la cadena del wc.

Ahora, en la vejez, tenía un gato gris tan anciano como ella cuyo nombre no me reveló. Esperaba que el animal le sobreviviera y no tener que contarme el final de esa historia. No imaginaba mayor dolor que amortajar el cadáver de quien se ama.

-Dolores Leis Parra-

Somos leyenda

Siempre he creído en los poetas malditos, para mí es grata y tranquilizadora su lectura porque no pretenden dar ninguna lección de vida, ni mostrarte un mundo rosado que las más de las veces no pasa de ser un rojo desteñido. Ellos, los malditos, no pintan el universo como la panacea para todos tus problemas, al contrario, te hablan de fango, de miedo, de adicciones, tormentos, bucles, paranoias, más miedo. De la culpa que acecha detrás de una copa de vino, del pánico al escuchar la sentencia de una prueba médica, del amor que te abandona o del abandonado, de tantas pérdidas…

«Tú también eres una poeta maldita, has sido alcohólica, te has marcado una buena colección de cagadas, has visto monstruos en los espejos…»

Cierto que fui (¿es correcto usar el pretérito?) maldita, más en esa época no era poeta, entre la bruma de cervezas y gin-tonics, con la vista fija en una lámpara que no dejaba de girar, se perdieron el total de los versos, sin fuerzas ni conciencia para llevarlos al papel. Ahora escribo poesía, sé que ningún universo me va a dar por arte de magia lo que deseo, que odiar forma parte del ser humano y es necesario en algunos momentos para no perder la cordura, que el que da amor no siempre es pagado con la misma moneda y que a las mejores personas (casi) siempre les caga la vida.

Quizá la figura del poeta maldito sólo sea una leyenda pero me gusta pensar que es real y que alguna vez fui uno de ellos.

Dolores Leis Parra

 

Frases ya escritas

…despierta el metro con su carga de insomnes (1 de Noviembre, 2014)

…muñones de dedos amputados señalando un corazón (Entelequia, 2015)

…El silencio se adueñó de los altos techos (El pasado en cada esquina, 2015)

…Morfeo (no) tiró la toalla (Matrix, 2015)

…no vio la sombra, tampoco la sombra que seguía a la sombra (El pasado en cada esquina, 2015)

…y alegra esa cara Maxwell, que estamos en España (El último Bernal, 2013)

…Cuesta no pensar en nada, tan sólo escribir (Mediodía, 2017)

…si nos anclamos al pasado renegando del futuro ¿qué sentido tiene desafiar al presente? (Relatividad, 2017)

Dolores Leis Parra

 

Mediodía

Queda atrás el mediodía, obediente sigo a Sarito hasta el jardín. Me siento en la entrada para llenarme de sol, él se tumba junto a la banca que sostiene el cubo de agua del que bajan a beber los gatos vecinos. Se siente el calor, mi cuerpo lo agradece el suyo se adelanta medio metro dejándose caer en las sombras de las flores que ocultan la reja.

Sin tregua pasan los minutos…

Cansado, quien sabe si de la arena húmeda que le sirve de colchón o de la soledad que le envuelve, camina hasta la escalera para sentarse a mi lado, vigilante observa cada brizna, cada rama, cada insecto, cada efecto del viento que a sus ojos se vuelve juguete o manjar.

Miro la fecha de mi última entrada, hace semanas que no publico una historia, aunque las historias siempre giran en torno a la mente desbocada. Cuesta dar forma a las ideas, disfrazar la realidad de ficción, crear señuelos, encontrar un minuto para sentarse a tomar sol y disfrutar del ronroneo calmo de un gato. Cuesta no pensar en nada, tan sólo escribir.

Dolores Leis Parra

Gatos en el tejado

 

Sarito

Talismán, mi gata imaginaria, paseaba por las planchas del tejado de los vecinos, sigilosa, al acecho, escondiendo el cuello tras la bola de pelaje que cubre su gran cuerpo mientras a la derecha, entre otras planchas de otra casa vecina, un gato plomo, no de pelaje sino de suciedad, caminaba distraído olisqueando las esquinas.
Hacía horas que Sarito se había marchado por la misma puerta que, a pesar de mi advertencia, siempre dejaban abierta las alumnas y empezada la clase no había posibilidad de abrir nuevamente hasta que el sonido de los cuencos la diera por finalizada, aproximadamente una hora después.
En mi afán de gata maternal y protectora le escuché arañar la puerta de aluminio que separa la sala del más pequeño de los patios, también oí como golpeaba con su patita la puerta de madera que da acceso a otro patio algo mayor, finalmente mi guía auditivo, que no instinto, me llevó hasta el piso superior donde lejos de hallar a mi gato encontré a los nombrados con anterioridad, ignorando la primera mi visión en la ventana, y sin dignarse siquiera a mirarme el segundo.
Soltar, no aferrarse, libertad, amar sin apegos… Entiendo todos y cada uno de estos conceptos pero el temor me impide relajarme cada vez que éste gato, alocado y jaranero, sale de paseo por el barrio. Y me asomo a la ventana buscando su pelaje canela en el jardín de los vecinos, y le llamo con la misma voz ñoña que usamos al hablar a los niños pequeños (¿cariño o estupidez?), y viene casi siempre y cuando no lo hace aguardo su salto al interior y corro a cerrar rascando de seguido su barriga blanca mientras él mordisquea suavemente y lame mi mano, besos que se hacen perdonar la intranquilidad que su ausencia me ocasiona.

Dolores Leis Parra

 

Hoy

Me siento bien, sonrío, es increíble como un pequeño logro me hace pasar de la preocupación a la euforia.
Paseo por Santiago, bajo por Estado en dirección a la Alameda, casi llegando descubro el Burger King donde un año antes hice una entrevista de trabajo, ¿porqué no? me digo, mi día bien merece un capricho. Elijo cuidadosamente, no quiero tomate, lechuga ni ninguna de las otras mariconadas que pretenden convertir la comida basura en algo saludable, sólo carne (doble), bacón y queso acompañado de mucho ketchup y mostaza.
La misma mujer que aquel día me permitió acceder a las oficinas me saluda sonriente mientras me pregunta si quiero subir al piso superior, creo ver en ese gesto que me ha reconocido, pero, quién sabe.
Me siento junto a la ventana, abro el envoltorio, saco el móvil y entre bocado y bocado me doy cuenta de que en lugar de saborear ese momento tan especial me dedico a mirar como un autómata el facebook. Apago. Me quito las gafas. Muerdo con deleite la carne jugosa que chorrea entre el tierno pan hasta mi mano, sorbo (casi rayando la mala educación) de la pajita que corona mi bebida y mientras observo la calle, y a sus transeúntes, me pongo a idear este relato. Al terminar el almuerzo bajo las escaleras, la misma mujer que me recibió se despide con un guiño, no me cabe duda, me ha reconocido.
Satisfecha, feliz, humana, recorro los pocos metros que me separan del metro.
Sonriendo, sonriendo, sonriendo…

Dolores Leis Parra

Salirse de ruta

Veo, escucho y leo, contenta ante este nuevo despertar de la consciencia y la conciencia, que algún amigo y otros conocidos virtuales, deciden dar carpetazo y empezar una vida diferente. No diré que nueva, porque nada más antiguo que recuperar la m(v)isión que se nos dio al nacer y que un alto porcentaje de seres, a fuerza de convencionalismo y cuadrícula, se vieron forzados a olvidar para sustentar una sociedad consumista que les convirtió en robot del sistema, sin alma ni sonrisa.

Va por todos aquellos que, a pesar del miedo, decidieron cambiar la comodidad de una ruta predecible para desplegar las alas, quebradas al crecer, y retornar al hogar.

Dolores Leis Parra

Jazz

Ben Webster

Ben Webster

Entre cerveza y maní confitado me transportas al sótano del jazz. Nada tan puro y vibrante como amarnos al ritmo de esa melodía que inmortaliza el saxo de Ben Webster.

Dolores Leis Parra

Presentación «El pasado en cada esquina» en Talagante (Chile)

…Agradecer a Marcela (Café de la profe), Vane y José González su apoyo y dedicación a la hora de preparar este evento literario, imposible que hubiera salido adelante sin ellos. A la Gobernación de Talagante que nos ha prestado el Salón Auditorio y a Roddy Pérez (Radio Manantial) por cubrir el evento.
Gracias también a la colaboración desinteresada de la librería La Económica, floristería Primavera, a Cecilia Huaico y a Débora (respectivamente) por el vino de honor y el exquisito cóctel que degustaremos a continuación y no olvido a Ángela y Daivi que nos han amenizado con su música y su arte.
Y aunque los nombre en último lugar, quiero agradecer a todos ustedes su asistencia. A mi pareja Ewaldt Schaa y su familia, a mi hija Gloria cuya visita ha coincidido, apostamente, con la presentación, y a todos los amigos y vecinos de Talagante e Isla de Maipo, sin duda los más importantes ya que sin ustedes, sin su presencia, este acto nunca habría podido realizarse.
Muchas gracias a todos por acompañarme y decirles que es para mí un honor formar parte de su comunidad.
D.L.P.
(Fragmento)
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