Dolores Leis

"No importa cuán lentamente avances mientras no te detengas"

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OBITUARIO

Arcano XIII (Tarot del Círculo Sagrado)

De un tiempo a esta parte cuando entro a facebook, aparecen publicaciones de vecinos de las villas y comunas cercanas, o no tan cercanas, que anuncian el fallecimiento de alguien. Por supuesto no es nada nuevo, muertes hay a diario por millones, pero ahora se hace viral en las redes sociales. Ya no es suficiente una llamada al entorno, familiares y amigos, para anunciar la noticia, ahora tiene que enterarse todo el pueblo, todo el país, todo el mundo si es posible, y si además ese mundo se digna a decir cuanto lo siente a través de un comentario, estupendo, el difunto, al que más de la mitad de los contactos no conocía, alcanza, de manera póstuma, la popularidad de un influencer.

Empieza el rito de hablar bien del finado, alabar su forma de actuar, contar lo genial, lo buena persona que era, da igual si el susodicho en cuestión no fuera precisamente un santo, todo son alabanzas no vaya a ser que la verdad le impida la entrada al reino de los cielos.

Si ya decía aquel en respuesta a un amigo que preguntó cuándo hablarían bien de él: «Cuando te mueras, querido››. Y así es, hay que morirse para que hablen maravillas de uno y además publicarlo para que se reafirme el buen concepto que la humanidad debe tener de él o ella, que suelo hablar en genérico, más en este caso prefiero aclararlo para que no haya malos entendidos.

Lo cierto es que no sé si es moda, si hace que te sientas mejor, si alivia el duelo compartir el dolor con desconocidos; no sé si es que yo pasaba por la muerte ajena con indiferencia o sencillamente no me llamaba la atención; lo que sí sé es que desde que las redes sociales son parte imprescindible de nuestras vidas, las necrológicas dejaron de ser esa sección que sólo una minoría leía en los periódicos para convertirse en la noticia de portada en la que todos se detienen.

¿Cuándo dejó de ser anónima la muerte?

Ha llegado el frío a estas latitudes, una ola que viste de blanco la cordillera y de escarcha los jardines y aceras.

Ha llegado el frío, sobrevivir a agosto ya no es una proeza, ni para jóvenes ni para viejos.

Dolores Leis Parra

DUDAS

La duda es una cualidad del ser humano.

Levanto la vista del móvil. ¡No me lo puedo creer! he escrito cualidad en lugar de defecto. Claro que tal vez esa tampoco sea la palabra. Dudo.

Dejo el texto en suspenso. No es que dude de mis dudas -que mi sonrisa no te engañe-, pero igual. Dudo de los párrafos, de las frases y las letras. En definitiva, de los dedos que teclean.

Divago en consonancia con la idea, ¿acaso mueren las letras? Y en la pregunta se plantean nuevas dudas. Si mueren, ¿a dónde van? ¿A un mar (de dudas)?

Regresan las dudas y las letras, y las frases, y los párrafos. Si fuera una mujer llena de certezas, el blog sería una página en blanco.

Dolores Leis Parra

DESPERTARES

Olvidadas quedaron las hojas secas que alfombraban las aceras.

El jardín, cuajado de rocío, ilumina el perezoso despertar de unas flores cuyos colores se niegan a vestir.

Ningún pájaro canta, ni surca el cielo en pos de cálidos paisajes; entre las congeladas ramas buscan un rayo de calor que los cobije.

Se desperezan glaciales madrugadas, mientras mayo, que fabulamos otoñal en los cuadernos, da sus primeros pasos en el calendario.

Dolores Leis Parra

DESENFOCADA

Tengo la energía dispersa.

Mientras el gato se tumba en mis piernas miro al techo buscando el sueño que no llega.

Intento meditar, la lista del súper se mezcla con el detergente de la lavadora. Mejor elijo un mantra, su cadencia ayudará a relajarme.

Sin saber cómo salto a la música de Gepe, al darme cuenta regreso al centro y lo intento enfocándome en un punto de luz, parece laser en tarde de feria, me marea.

Regreso al mantra, esta vez voy a conseguirlo, estoy a punto cuando Mon Laferte y Jorge Drexler me piden una noche de asilo, se jodió el mantra.

Desisto.

Me entrego a la mente mono y sus caóticos pensamientos.

Mañana será otra noche.

Dolores Leis Parra

ASILO

Dame una noche de asilo en tu regazo
Esta noche, por ejemplo, dejemos al mundo afuera
Abre tus brazos, ciérralos conmigo dentro
Solo unas horas y luego cuando amanezca yo pondré una cafetera
Y abre llevado esta nube hacia otro cielo de nubes pasajeras
Si el sueño pierde pie, resbala, queda colgando de un hilo
Prefiero una noche entera en vela, a tener el alma en vilo

Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo

Dame un remanso
Yo te daré lo que tengo
Este amor que no me explico
Pasan los años, y sigue a espaldas del tiempo
Quiero que me hables del tiempo
Que te desnudes como si fuera algo corriente
Como si verte desnuda no me aturdiera tan sistemáticamente
Tu piel me sea desconocida, me deje siempre intranquilo
Prefiero lamer después mis heridas a que tu amor pierda filo

Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo
Dame una noche de asilo

Compositor: Jorge Drexler

DÍA DE REYES

Día 3

En las alas los gritos y los cantos. Azoteas que acercan el cielo. Palmeras de formas caprichosas y Magos de Oriente que, sin niños ni adultos con alma de niño, pasan de largo sin dejar un presente.

En el oleaje los pasos del caminante, errante, nómada, desposeído; ajeno e inmerso en la sociedad del mal. No es el Cristo agonizante, es el hombre que tejiendo redes de memoria azul tuvo el mar bajo sus pies.

Dolores Leis Parra

Fotografía: Camino de Isla Negra. Litoral de los Poetas

DÍA 1

Amaneció gris, con neblina, nada que ver con el verano que marca la estación en el calendario. Cierto que en la playa el día es tibio, sopla brisa, pero inusualmente es cálida, hasta pantalones cortos estoy usando.

El océano es un paisaje, un cuadro que contemplar desde el refugio de la toalla, tal vez sumerja los pies hasta los tobillos, por no reconocer a la vuelta que no lo sentí en la piel.

Hay poca gente a pesar de la fecha, familias sobre todo cuyos niños se rebozan en la arena o cumplen religiosamente las dos horas de digestión.

Escribo sin hilvanar versos, con esta letra ilegible de quien hace mucho no utiliza el bolígrafo. Cuido las pertenencias. Escribo. Miro las olas. Escribo. Cuento los montones de algas que pueblan la orilla. Escribo. Escucho a los ambulantes: a mil pesos la frutilla. Escribo. Bajo mi sombrero bullen las ideas. Escribo. La fuerza desbocada de la espuma. Escribo. La arena húmeda. Escribo. La marea que se acerca a las toallas. Escribo.

Y después cierro los ojos y sin herramientas escribo, porque si no escribo muero y morir junto al mar no entra dentro de mis planes inmediatos, aunque sea mi voluntad esparcir las cenizas en sus aguas y perderme en ellas para nunca regresar.

Dolores Leis Parra

Fotografía: Llegando a la playa del Canelo

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