
Desde niña soñaba con ser escritor, sosteniendo el bolígrafo con fuerza desafiaba la cuadrícula del cuaderno de matemáticas con historias y poemas que nunca vieron la luz. Entre ecuaciones de primer y segundo grado emulaba un soneto o un cuento que siempre terminaban con una x, en muchos casos al cuadrado.
Como presentación de mi misma no es mala y además verídica, buena fe de ello daría mi profesora si no hiciera décadas que esta criando malvas, pero como los muertos no hablan son ustedes quienes deciden si creer en mi palabra y en caso afirmativo cuanto de verdad y cuanto de ficción hay en lo que escribo.
Me ofrezco para mostrar a niños y grandes la magia de las palabras, pueden consultar mi currículum en facebook…, no, mejor ahí no, la sinceridad es un bocado en la yugular a los hipócritas y hay quien ni sabe, ni quiere, ni se alegra de los logros ajenos… Por cierto mis novelas, pronto a este lado del charco y si alguien insiste en demasía, en aquel también, sólo tienen que llamar a la editorial y pillar de buen humor al distribuidor.
Vale, vale… dejo de decir sandeces, de vez en cuando viene bien hablar sin sentido, una especie de diálogo de besugos que haga pensar al lector cuanta locura encierra la mente de quien firma, la misma que hace cuarenta años soñaba con ser escritor.
Todo se traduce a una incógnita, cientos de letras sobre un fondo de papel cuadriculado.
Dolores Leis Parra