Dolores Leis

"No importa cuán lentamente avances mientras no te detengas"

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LUIS POIROT O CUANDO LAS FOTOGRAFÍAS TOMAN VIDA PROPIA

Enclavada en el Barrio Italia (Condell 1342) Providencia, la galería Foto y Barrio fundada por los fotógrafos Cote Baeza, Miguel Ángel Larrea y Alfonso Yunge, para conversar, realizar exposiciones, talleres y apoyar el trabajo de los fotógrafos, fue el enclave elegido ayer miércoles para realizar un conversatorio con el reconocido fotógrafo Luis Poirot (Santiago de Chile 1940).

Cómo indicó el presentador del evento Miguel Ángel Larrea, el conversatorio giraría en torno de Pablo Neruda, cuya figura era la protagonista de la exposición “Neruda 50 años” que se exhibe en la galería; a sus fotografías más emblemáticas y los retratos que hicieron del prestigioso fotógrafo una figura relevante.

La sala estaba llena, fueron muchas las personas que se acercaron, a pesar del calor, a escuchar lo que Poirot tenía que decir sobre su obra y su persona.

Neruda fue quién dio inicio a este recorrido. Cuenta el fotógrafo que esas fotos marcaron su obra, dando un giro profundo a su trabajo. Exiliado en Barcelona, recibe en 1982 un encargo para formar parte de una exposición sobre el poeta, descubre así que no tiene suficiente material y decide viajar a Chile en 1983 con pasaporte español, al llegar y con permiso de Matilde Urrutia, viuda de Neruda, entra en la casa de Isla Negra, la casa llevaba cerrada desde su muerte nueve años atrás. Fotografiar ese espacio le hace entender que debe cambiar el enfoque, gira hacía el blanco y negro y el entorno que le es conocido. Deja de interesarle el color, entendió cuál era su espacio y por primera vez quiso empezar a ser él.

En palabras de Poirot los mascarones, que proliferan en las salas, son los fantasmas que habitan la casa y cada noche son visitados por el mismo Neruda.

La primera vez que visitó al poeta, este le pidió que no le hiciera posar, que se limitara a retratarle en su quehacer diario. Mantuvo muchas conversaciones con él, cuenta que Neruda es fácil y entrañable sin público. Junto objetos no porque sean valiosos sino porque me traen la presencia de quienes los tuvieron antes que yo.

Explica que, en Barcelona al ir a revelar los negativos, aparecieron fotografías que no recordaba haber tomado, como si la mano que disparaba la cámara no fuera la suya.

En cuanto a su papel en la campaña y mandato de Salvador Allende fue el de ser testigo partidario del gobierno, pero sin ser del gobierno. El presidente le llamó en varias ocasiones, cuando necesitaba un fotógrafo de confianza, siendo el artífice de imágenes sobre Chile, la gira de Fidel Castro por el país o el teatro y la cultura chilena; así como del golpe militar perpetrado contra el gobierno de Allende en 1973. Siempre pensó que podía haber una revolución y debería posicionarse en uno de los bandos, tenía preparada una bolsa con el material necesario para realizar llegado el momento ese trabajo. Los negativos fueron repartidos en pequeños paquetitos entre sus amigos antes de abandonar su país natal y exiliarse en Francia, siendo su hermano el encargado de recuperar tiempo después gran parte de ese material enviándolo por valija diplomática al país europeo.

Poirot tardó dos años antes de poder enfrentar la foto de La Moneda, todavía siente dolor cuando amplía alguno de los negativos que encierran las imágenes del golpe de estado. Recuerda que su hogar había sido allanado y curiosamente fue la familia del fotógrafo Miguel Ángel Larrea quien le mantuvo escondido por dos días en su casa. Lamenta no haber podido llegar al Palacio de la Moneda el día del golpe, si lo hizo días después retratando el balcón vacío del edificio.

 En algunas fotos interviene el azar, uno prepara parte del camino, pero en algún momento surge algo que hace que sea especial. Es una referencia a que sus fotografías han tenido un valor icónico que él no buscaba, las personas eligieron ciertas imágenes como símbolos, es así como toman vida propia. Si hablamos de la foto del balcón vacío, cuenta que él sólo quería dejar un recuerdo de los amigos que se había perdido en La Moneda.

No sigas fotografiando flores que estás conjurando a la muerte. Esas fueron las palabras de un amigo cuando empezó a retratar flores marchitas, pasaba por una etapa en la que le habían diagnosticado cáncer en el lagrimal y comprendió que ese tipo de retratos era su manera de asomarse y aceptar la vejez y la enfermedad.

Refiriéndose al estallido social de octubre de 2019 dice tener algunas instantáneas, no demasiadas, pero que, en su mayoría, todavía no ha llegado el momento de mostrarlas.

En los retratos nos habla de los protagonistas, amigos todos, chilenos y españoles que aceptaron posar para él, relatando algunas anécdotas sobre ellos.

Y llegados a este punto, quien escribe tuvo que abandonar tan agradable e interesante conversatorio so pena de quedar varada en Estación Central.

Dolores Leis Parra

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