El grito
No hubo voz, tan solo el hueco que invita a lanzarse al abismo.
Dedos, de uñas afiladas, rasgan la piel del rostro
arando surcos donde sembrar su grito mudo,
presagio inesperado del dolor en un siglo
que nace con las manos manchadas de sangre.
El mar engulle la esperanza y remite un pagaré vencido,
cantos de sirena,
intereses disfrazados de locura y miedo.
Nada.
La muerte negra, por duplicado, nos viene a la zaga.
Dolores Leis Parra